Es un hecho que la Argentina vuelve a los mercados de capitales y esto, más allá de que no se llegó en las mejores formas, es una buena noticia. Y lo es porque estamos avisando al mundo que queremos ser fiables, que nos interesa integrarnos y, por sobre todas las cosas, que necesitamos fondos a tasas razonables. Ya pasó la vergonzosa foto en que nuestros legisladores aplaudían el incumplimiento; pasó el instante de tener un único prestamista (Chávez) al 12% y pasó el momento del aislamiento del mundo. En estos momentos, la Argentina puede encontrar un mercado con abundancia de fondos producto de las fuertes emanaciones de los países del Primer Mundo que no dudaron de emitir y gastar en exceso para que sus economías no sufran el paro derivado de la crisis de las "subprimes".
Para los inversores extranjeros, conseguir alternativas de valores cercanos a un 12%, hoy es casi imposible. Para nuestro país conseguir a esa tasa, es una fiesta. Pues esta es la situación: oferentes y demandantes de fondos estarán muy contentos de cerrar negocios en estos días. Para el Gobierno nacional, que hizo del no ajuste un dogma, significará un alivio para no parar la locomotora. Para las provincias que llegaron al 2010 con la lengua afuera (consultoras privadas estiman el rojo total de las mismas a fin de año en $ 14.000 millones), les representará la posibilidad de tener más futuro: Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Chubut y la misma Capital Federal están en la línea de largada con demandas de unos U$S 2.000 millones para cubrir sus baches fiscales y en algunos casos para obras de infraestructura.
En el sector privado, las oportunidades se estaban esperando desde 2009: cerca de 10 empresas de primera línea (entre ellas YPF, Irsa, Arcor, Cresud, etcétera) esperan el cierre del default para poder financiarse a menores tasas. En síntesis, la reapertura de los mercados significará en el Estado: seguridad en los pagos de sueldos, incrementos salariales en las paritarias 2010, continuidad de obras públicas (en términos generales), inversiones, etcétera. En el sector privado, desarrollo e inversiones productivas que alientan al crecimiento.
Para la gente significará que podrán seguir gastando, que el Mundial lo podrán ver en plasmas pagaderos en cuotas, que en los feriados tendrá dificultad de conseguir hotelería y que las ofertas de los shopping volverán. Que notarán que con sus pesos podrán comprar menos cosas; la inflación llegará para instalarse pero no se vislumbra -en estos próximos meses- un deterioro violento de la divisa americana.

Antes era mejor
Muchos se preguntarán si este es un buen momento para arreglar con los acreedores del exterior. La respuesta cae de madura: si estamos hablando de mercados con excedentes de fondos que sirven para financiar el desarrollo más el gasto del Estado, nadie duda de que lo mejor hubiere sido haberlo hecho antes. Pero esta es la realidad y hay que disfrutarla porque las campanas del peligro acechan. El "gong" de mercados con excedentes sonará más tarde o más temprano: algunos sostienen que a mitad de año se terminará la fiesta: los países del Primer Mundo que no dudaron en emitir y prestar para que no se derrumben sus economías empezarán a exigir la devolución de los fondos. La suba de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal será un hecho y los inversores no dudarán en ir adonde más le paguen y tengan más seguridad: el Primer Mundo.
El escenario cambiará y ello ocurrirá en la gestión de Cristina Fernández. El panorama será totalmente diferente y habrá que ver cómo reacciona el Gobierno, pero esa es otra historia que se contará desde agosto de 2010 o enero de 2011.